A mis loritos (To my Little Parrots)

No recuerdo la fecha exacta pero este fue el primer poema que guardé cuando era niño.

Un día llegaron, hace ya bastantes años: dos amiguitos de traje verde y ojos vivos a romper el silencio de mi jardín, con sus trinos, bailes, y cantos.

“Qué pareja más bonita” solía decir la gente, pues no se equivocaban, los dos loritos, sí que se amaban. En días fríos, ocultaban las cabezas, y temblando, se abrazaban como dos niños con miedo, sin saber por qué.

Un día los vi charlando con varios pajaritos que rápidamente, al verme, emprendieron vuelo y se fueron. ¿Qué tienen ellos que nosotros no tenemos? Habríanse preguntado. ¿Será pues libertad, libertad, libertad amiguitos? Yo, habríalo pensado.

En aquella jaula crecieron dos únicos amigos, y así también crecí yo, olvidando su existencia. El tiempo pasó y nunca supe en verdad lo que pensaban ¿Qué culpa tenían ellos? ¿Habría sido tan cruel su destino?

Envejecieron, y la esperanza de ser libres quedó en el olvido, mas no dejaron de cantar, de trinar, danzar, y de amar. En el encierro, tal vez su consuelo era tenerse mutuamente porque con tanto tiempo, habían olvidado lo que es volar, vivir, y soñar.

En una mañana sombría, antes que despierte la madrugada, hallóle ella a su compañero muerto, y tirado en el helado suelo. Y de repente se vio sola, y nada más podría sanar la herida de aquel día en adelante, que su amor dejó, vívido tras la agonía.

Las noches debieron ser entonces, más oscuras y frías que nunca. El día un gran letargo, desesperación, duelo y hambruna. Quién más podría comprenderla, quien la ayudaría a aceptar su desdicha. Entonces cesaron los cantos, los bailes, su trino, y su música.

No me despedí, ni pude hablar con ella un poco más; temía pues, romper el llanto, pues llevaba remordimiento de antaño. Se la llevaron, quién sabe dónde, y definitivamente, ni en mi patio, ni mi jardín, la volví a encontrar jamás.

Tal vez aprendiste a volar, pequeña, o tal vez encontraste un paraíso. Hoy les digo con lágrimas, pesar y dolor, que me perdonen. Tal vez nunca supe en verdad lo que pensaban, pero ahora sé, definitivamente, que en verdad los amaba.